Al final a todos nos toca, unos nos vamos antes, otros nos vamos después, pero todos nos vamos.
A menos de una semana que pasemos de confinamiento a distanciamiento social, leo muchos comentario de la gente, que está indignada por la forma de actuar del gobierno, todos hablan de cifras, de casos, de que si estamos preparados o no para esta nueva forma de llevar nuestras vidas, siempre viendo hacia fuera, siempre preocupados por que los otros no son lo suficientemente responsables con las normas de bioseguridad. Y así por el estilo, el pánico se lee y se desborda en los teclados y en las pantallas de los que escriben. Este virus nos ha confrontado cara a cara con la muerte. Porqué nos golpeó en él elemento esencial que necesitamos para vivir. El aire. Respirar.
Este virus nos desenmascaró, nos mostró a qué le estamos dando más importancia en nuestras vidas, perdimos la paz, la tranquilidad y el tiempo en familia para llenarnos de cosas, ropa, casas, vehículos y un sin fin de objetos materiales con el fin de llenar ese vacío existencial que llevamos dentro.
El estado se encargó de ponerte a salvo pidiéndote que te quedes en casa, y con sus limitaciones lo vimos como un héroe. Ahora el estado quiere que salgas a la calle y vuelvas a ser productivo, que vuelas a reactivar la economía de tu país. Y claro, ahora es el villano. Porque me esta entregando al virus, porque no estamos listos para salir, porque las cifras, porque los muertos, porque, porque, porque.
Y no queremos aceptar, que en el fondo el miedo que nos conmociona, es porque en realidad le tenemos pavor a la muerte. Llenamos nuestra vida de un sin número de cosas y aún así ese vacío nunca se lleno, no se lleno con mis bienes, con mis estudios, con mis experiencias, ni siquiera con mis hijos (para los que tenemos hijos) y por eso, no puedo contagiarme, no puedo morir, porque tengo que pagar mis deudas, tengo que terminar mis estudios, tengo que hacer esos viajes, tengo que criar a mis hijos que están pequeños.
Y nos aferramos a todo lo que podemos, a lo que nos pertenece (si es que algo nos pertenece) y a lo que no. Para darle sentido a nuestra existencia.
Lo cierto es que te vas a morir, es la única verdad que tienes, y tienes de a dos. O le andas huyendo a la muerte, con el pánico de que algún momento te va a encontrar. O le das sentido a tu vida, llenas ese vacío interior, le tomas de la mano a la muerte y permites que te acompañe en tu transitar por este mundo, hasta que decida que es tiempo de iniciar una nueva experiencia.
Te deseo lo mejor en estos tiempo de cambio, y que la muerte te acompañe.